sábado, 4 de noviembre de 2017

Me sorprendí sonriendo a la muerte

"Esto es lo que quiero,
porqué esto es lo que tengo."
Vers[arte]

Deambulo por las calles pateando una piedra, indiferente, como el universo ante todos sus seres vivos. Hace frío, arrastro los pies con las manos en los bolsillos y la cara escondida tras una palestina que me tapa hasta la nariz. El abrigo bien enfundado. La desangelada vida del paseo marítimo muestra la soledad de la existencia, como solo la nocturnidad temprana del invierno es capaz de lograr. Las olas baten con fuerza contra la arena, incluso a veces alcanzan el muro. Los temporales unidos a las mareas vivas es lo que tienen.

Voy de un lado a otro, de una punta a otra de la gran ensenada, con la cabeza llena de pensamientos y fantasmas que revolotean a mi alrededor, deteniéndome cada poco a observar el mar. En silencio. No quiero romper la lluvia de melancolía que cae hoy sobre Coruña.

¿A dónde vamos?

No creo que haya nadie que realmente pueda dar una respuesta. Ni siquiera ese supuesto Dios en el que muchos creen.
Nadie sabe nunca nada y en su ignorancia miran hacia otro lado, intentando llenar ese vacío existencial con la primera evasión que encuentren a mano. Cuando estás solo, todo es mejor que sentirse solo.
El vertiginoso abismo que se abre ante nosotros cuando reflexionamos es más de lo que muchos pueden soportar. No les reprocho nada.

De este modo, la rutina discurre como un tren en marcha que se escapa a cualquier parte con tal de no estar aquí, donde todo ocurre y nada pasa.

Nos arreglamos frente al espejo porque preferimos no ver nuestro verdadero rostro.

Rotos no somos capaces de querernos, ¿cómo va alguien a enamorarse de nuestra sonrisa entonces?
Y menos cuando esta no está.

* * *

Deambulo por el paseo marítimo como un desangelado perdedor que ha apostado más de lo que debía al destino. Y este, que no existe, ha preferido delegar en el azar todas sus responsabilidades.

Así nos va. Tropezando con la misma piedra una y otra vez. Hasta que la herida se hizo sangre.
Y el pus
una tibia infección entre toda la suciedad del día a día.

Nos tatuamos la piel para olvidar las cicatrices.

Yo, en cambio, -que soy un poco masoca- siempre me ha gustado grabar a fuego mis propios rituales personales. Historias que pocos saben. Sellos que dejan memorias a partes iguales.

* * *

Me gustan los laberintos. Son pequeños puzzles que resolver. Rompecabezas que comprender. Senderos por los que caminar hasta llegar a algún sitio, sin saber nunca dónde está el final.
Como la vida misma.

Quizás por eso siempre lo llevo al cuello. Para darme un toque de atención cuando me pierdo.
Todos tenemos algún infierno dentro, la cuestión es abrazarlo y besarlo como si fuese el cielo. La poesía despierta cuando somos capaces de lamernos los cortes y magulladoras, aunque estas duelan más de lo que somos capaces de admitir. 

Y por muy oscura que esté la noche, siempre hay lugar para las miradas rotas que vagan buscando su lugar.

* * *

Todos nos repetimos que hay que querernos.
La contradicción surge cuando solo amamos nuestras virtudes y detestamos nuestros defectos.

* * *

Deambulo por las calles con una capucha puesta.
La niebla me susurra leyendas
y la madrugada me marca la piel con el destello de sus velas.

* * *

Nunca supe bien qué es lo que me destierra,
pero esto es lo que tengo
y esto es lo que me espera.


Haga lo que haga,
no hay camino de vuelta.

* * *

Las tinieblas me protegen de todos los peligros que hay dentro y fuera.



https://www.youtube.com/watch?v=hTwpNqqqDqQ

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