jueves, 30 de noviembre de 2017

Ámate en la cama

Tropiezo con el destino
cruel designio escrito.
Avanzo y me precipito,
nunca se me dio bien esperar quieto en el sitio.

Sorprendo el empedrado
con mis itinerantes andares
salvado
por los saltos al vacío cabeza abajo.

Katagena me observa con la mirada intensa
como un fragmento de llama que se agita incierta,
sin saber que es lo que nos espera
al otro lado de nuestros labios, sin tener ni idea.

Rompimos los esquemas y ahora solo nos queda
permanecer callados o lanzarnos sin pensarlo
explorarnos de cerca,
explotarnos de placer hasta que nos tiemblen las piernas.

Fingir que nos arrepentimos de bebernos por dentro y por fuera.

Sucumbir a lo que la carne muestra.

Marcarnos a fuego en el cuerpo los mordiscos de esta jugada maestra.

Somos los gemidos que unidos todos desean.

Tu mano en mi entrepierna
y mi lengua arriba y abajo,
dando vueltas,
mientras tu espalda se tensa y destensa
al son de mis dedos tocando melodías que te enseñan
mis sueños y fantasías susurrando tu nombre:       Katagena.

Que guapa estás con esa cara de recién follada.

Que guapo estoy cuando me dominas y arañas la espalda.

Que bonito

cuando no hay suficiente piel y aún así sobran las palabras.

No dejaré de llevarte tatuada
por mucho que nos versemos el alma.


Katagena.
Perdámonos en esta madrugada.

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