viernes, 3 de noviembre de 2017

Lóstregos del pasado

Corre la lluvia por los cristales.

Cientos de luces muertas en las vidrieras
otorgan clarividencia a quien logra ver más allá
de todo cuanto ocurre delante de sí mismo.

Aquí paz
y luego guerra,
vigilia que se cuela
mientras se resquebraja el aura del poeta.

Esquirlas doradas,
miradas perladas,
palabras incontinentes cargadas de metralla.

El fuego griego arde
cuando todo parece perdido,
y yo,
ahogado,
bloqueo entre altibajos.

Rotos jirones de jinetes del pasado.

Cabalgan entre templos politeístas paganos.

La lluvia resbala por los cristales del día,
la noche -cruel sínodo imperenne-
zozobra ventilando la sombra
de una sempiterna esperanza.

Sogas anexionadas a mi garganta
desplazan las sincopadas llamas de la espada,
atrofiadas salvas de gloria eterna a la resquebrajada alma.

Sorpriderol de llagas.

Azuzan
y escapan.

Ya no hay nada.

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