como esas sonrisas desgastadas que escudan cuando todos ríen
y tú
solo eres capaz de intentar sentir esa chispa interior
aunque la mecha esté empapada.
La cortina se zarandea en jirones que sacuden el alma al viento
y el hábito negro ha calado hondo en las miradas;
el mundo está sombrío
como un filtro ND que detiene la poca luz que intenta entrar en el objetivo
y yo
solo jugueteo con los dedos aspirando a darle un sentido a tanta desidia,
a tanto no saber por qué seguir
si el futuro y la vida son solo un amago de orden entre incontenible entropía.
El mundo es un sinsentido,
un continuar porque sí, porque te lo han prometido
,algo mejor,
y tú
que te lo has creído siempre
no te queda otra que cerrar los ojos en tu cárcel de oro
o salir al vacío abismo de la gélida realidad:
el decadente baile interior de la soledad.
La tristeza vive en cada esquina
como esa melancolía que se agarra a ti como una segunda piel
sin dejarte respirar,
y yo
ya no sé qué hacer para no sucumbir
al fin.
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