viernes, 9 de marzo de 2018

El mundo tiene un no sé qué especial cuando me despierto con ganas de sonreír

Quiero moverme e improvisar
desaprendiendo para poder avanzar.
Neidos



Huele a primavera en esta mañana de marzo,
el sol veteado sonríe de medio lado
calentándonos las mejillas de enamorados
alocados que felices saben caminar hacia ningún lado
porque el final es lo de menos si camino de tu mano, vida
mía que me invita en el día a día a sentir la alegría
de la cálida rutina al romper las reglas de cualquier partida no elegida.

Salgo a la calle respirando ganas de soñar,
de volar,
de saltar,
de lograr avanzar por muchas piedras con las que me pueda topar,
por muchos obstáculos que me quiera marcar
marcada meta a alcanzar,
divino tesoro de libertad,
sabor a salitre al besar
tu mirada color Portugal.

Con olor a Atlántico en el pecho
y en el cuello todos tus versos,
llevo a la espalda todos los instantes certeros
que pude escribir en nuestras arenas del tiempo,
diarios de sueños,
cuentos despiertos,
susurros de vientos revueltos,
sujetarnos sin miedo aunque nos creamos caídos y muertos.

Y acierto en todos los intentos de removernos por dentro al vernos con perspectiva de espejos ajenos
al ser ilusión de tiernos brotes de textos ardiendo en nuestros dedos al sentirnos nuestros en este sendero
de luminosos atardeceres de lienzos de recuerdos.

Resisto en este sentido
porque insisto en no darme por vencido
porque me llevas a la espalda cuando la inestabilidad me araña con sus garras
porque sucumbimos a las risas inesperadas
puede que no tengamos siempre buena mano de cartas
pero robamos y escondimos en nuestro refugio los comodines de la baraja
y marcamos nuestras vías como nos da la gana
construyendo alternativas en este viaje de ida
que nos guía a dónde podamos triunfar por mucho que pese a veces la mochila.

A veces siento la música del silencio por dentro
y la Ría está más bonita cuando se refleja en tus pupilas
y si hace falta llamo al viento
para que nos acune su sombra a la brisa que palpita en Peniche con libertad -a mar.

Y quien me diría que la suerte y el azar me traerían esta paz
que equilibra la salida
a la cotidianidad establecida
sin saber que hallaría
la hoja que vibra
en el brazo de acariciar la poesía
entre los pliegues del lienzo que me enseñaste a imaginar.

Huele a primavera en esta mañana de marzo
y las ganas de vivir se han desbordado
entre los sueños que hemos dibujado
aprendiendo a ganar los dos juntos sin soltarnos

corriendo empapados 
de destinos fijados, 
agarrados 
y esquivando
sin esperarlo
con reflejos, de los charcos que pisamos bajo el sol en lo alto,
lo que venga sin dejar de sonreír para no terminar nunca de avanzar y superarnos.

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