que todo acabaría sin que nos diésemos cuenta.
Y no habría lágrimas
ni tristeza
ni noches sin luna.
Y la desesperanza dejaría de cobrar forma para convertirse en una mera marioneta del resto del universo girando sin cesar,
pero sin nosotros.
Y qué libres seríamos volando por fin,
y que bien nos sentiríamos dejando al fin de sufrir.
Y se tensa el percutor de la mente a punto de despedirse
y carga el segundero de la sangre que se escapa entre los dedos
resbalando brazo abajo con el gatillo temblando
y suena un silencio certero a quemarropa
desplomándose la historia hacia el final.
Y un golpe seco.
Sin más.
Mientras * * * el mundo seguiría girando sin que nada hubiese cambiado.
* * *
Pero descansaríamos.
* * *
Al fin.
* * * * * * * * * * *
Nos lo merecemos.
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