frente a esta ventana,
como siempre,
dejándome llevar por la noche coruñesa.
Y el mar de fondo
y las gaviotas riendo
la brisa entrando
y el calor condensado del ático entre estas 4 paredes.
Como siempre.
Y como siempre me falta algo:
llegar y decir hola
-con voz alegre y alta,
para que me oiga-
saludar
y dos besos
y qué tal
y reír.
Como siempre.
Reír.
Me faltas tú para reír.
Porque es esta casa,
la de siempre,
pero le falta la esencia de tu risa.
Y el mar de fondo
y las gaviotas riendo -ya solo se ríen ellas aquí,
y no son para nada lo mismo-,
la brisa entrando
y el calor condensado de este ático.
Como siempre.
Pero sin ti.
Porque me falta algo:
me faltas tú
y tu risa
y tu mirada de niña buena
que sonríe a todo
para ganarle la partida a los golpes de la vida.
Y lo conseguiste.
Siempre.
Y yo sigo en pie por ti,
para que estés orgullosa;
y ya tengo un coche con todas esas pagas que me diste,
y lo uso para ir de paseo con Lura
como siempre quisiste.
Que viajase y viviese muchas cosas con ella,
haciéndola siempre feliz.
Tan feliz como te hacía ella a ti.
Y yo sonrío,
y te digo que lo haré,
que reirá,
y que lo pasará bien.
Y seremos felices.
Por ti.
Siempre.
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