Ya la vida pasa callando
como un relente silencioso que nada deja
podría la desidia romper el saco a trozos
pero los pensamientos estallan y restallas por los cuatro poros de estos costales
los rosales en flor arden como espinos
y caminamos abriendo camino por un sendero de lamentos perdidos
abrasamos la suerte en una moneda a cara o cruz
y nosotros somos quienes elegimos nuestro propio destino
pues no está escrito.
El vuelo alza en las aves mañaneras
y las saetas dibujan filigranas a cámara lenta
que incierta es la tierra yerma
cuando todo queda hecho cenizas al otro lado del cristal.
Son sombras que no logramos parar
gritar al viento
porque no queda otra
ya callarán los muertos en su funeral
nadie asiste a misas ajenas
y hasta el cura se bebió toda la sangre de Cristo
con tal de entablar amistad con su predilecto amigo caído.
¿Dónde están los cristales que nos arrancamos de cuajo de la mano?
¿Dónde están los instantes que infundados se fugaron?
Quedan noches bajo las estrellas
perladas perlas
deslumbran la oscuridad y alumbran las tinieblas
pobre poesía de salto al agua de cabeza
las olas mecen la vida
con su suave vaivén de brisa fresca.
Sucumben los minutos al paso del reloj
y ya no queda otra cosa que contar hacia atrás
a la de tres
a la de dos
a la de tres, dos y ya.
El sol seguirá en lo alto brillando sin cesar
las mareas no se detendrán
y el mundo girará cada día como si no fuese el final
mientras tanto simplemente abre los ojos, toma aire, y salta al sueño de la libertad.
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