Contamos los instantes vividos con los dedos
por ver si así logramos atrapar las imágenes vívidas que se alzan ante nuestros ojos,
no somos más que poetas diarios que se aferran a lugares lejanos,
a sueños de otros,
a recuerdos que nos componen
porque somos retazos rotos de los pasados que jamás podremos recuperar.
¿Qué hay de verdad en una utopía?
¿Qué hay de cierto en un futuro que queremos?
Sonreímos al tiempo por hacer un pacto con el destino
y caímos rodando por el sendero en medio de la hierba
como otoños de hojas que se arremolinan alrededor nuestra
como embalses de lágrimas que se desbordan cuando el caudal es demasiado
para nuestros pequeños ojos de emociones
tratando de reflejarnos en otros
sin saber que ante el espejo siempre estaremos solos
con nosotros mismos por únicos testigos de este baile sin final.
¿Qué hay de prisa en un atardecer de verano?
¿Qué hay de fantástico en una estrella fugaz que se desborda del tejado?
Los momentos jamás recordados son los que más nos preocupamos por mantener vivos
como títeres sin hilos incapaces de seguir caminando por sí mismos,
pues no hay Dios en este caos existencial que pueda salvarnos
solo nuestras victorias, caídas y abrazos,
porque sonreír es pasar de largo ante los miedos y salir a flote en este mar de oleaje bravo
por nosotros, por vosotros, por ellos,
por todos los que llamamos los nuestros,
por lograr soñarnos.
¿Qué hay de malo en querer salvarnos?
¿Qué hay de bueno en tratar de escapar del dolor?
Solo queda un sutil baile de dos
jugando a las distancias con el tiempo
como si las fotos en blanco y negro se desdibujasen a lo lejos
y ardiesen solamente hogueras de sobres sinceros que se desperdigan con el viento;
nos mantenemos en pie para no caer
y trazamos esquemas para escribir las mejores sonrisas,
hay poesía en cada instante del día,
solo hay que preocuparse de buscarla,
el resto es componer las palabras, las miradas y todas las ganas de comernos esta vida:
Como una partida de billar que jamás se termina
por más que demos vueltas por las esquinas volando en libertad en la fugacidad de la eternidad.
¿Qué hay de malo en soñar?
¿Qué hay de malo en soñar con la felicidad?
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