El camino del escritor arde entre la sucia vanidad de ser honesto con uno mismo y el brillante cinismo de vivir de lo que ama, en una sutil cuerda floja que se puede romper al más mínimo intento de ser feliz. Es ahí, donde reside el arte de la escritura, en una pantalla de humo que nos devuelve el vaporoso reflejo entre quienes somos y quienes queremos ser. Todo lo demás son tonterías de soñadores que no se atreven a vivir en la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario