jueves, 6 de febrero de 2020

La vida como centros de poder popular

En este baile entre valles de bruma
los embalses se llevan todo
y los ríos se destejen en el cielo
y ya solo quedan espacios vacíos
entre los terrenos que se abren paso entre nosotros,
puede que así
haya algo más,
algo más con lo que seguir,
pero yo no lo sé,
miro al cielo...
y yo no lo sé.

Busco estrellas entre las hojas que se lleva la corriente,
y he recorrido tantas veces este puente cada mañana
que puedo caminarlo con los ojos cerrados sin tropezarme,
eso me hace sonreír, los recuerdos, eso me hace sonreír.

Todas las piedras que ves ante tus ojos son historias que coser
en el retal del tiempo,
en los telares del viento,
en los cantos de vivos y muertos que se abren paso en los cementerios.

La bella durmiente te escucha respirar en su sueño nocturno de anfetaminas,
las luces son lo que tienen,
y los billares y las pistas de baile,
los botellines de cerveza tintinean en cada brindis,
hasta estallar en mil pedazos y gritar de euforia,
por la vida,
por la vida,
por la vida que se me escapa entre los dedos.

Y ya he metido la bola negra
¿qué más puedo perder?
dime tú, ¿a qué más puedo perder?

Y la bella durmiente está hasta arriba de estupefacientes,
sonríe,
consciente
del lento y fugaz pasar del tiempo
que discurre a toda velocidad,
y la noche es todavía joven
entre carreteras que se pierden en plena oscuridad
y constelaciones de sueños que iluminan el cielo
como luciérnagas que se quedaron ahí atrapadas
para nunca poder escapar.

La película ya ha llegado al final
y los poblamientos se aglutinan en épocas convulsas,
somos luchadores
y eso es lo que nos mantiene con vida,
lo que nos sostiene en pie,
y las sonrisas
y las sonrisas que vendrán.

Lo demás son tonterías.

Ángeles entre la bruma.

Saetas que arañan el cielo.

Siluetas vaporosas que se pierden entre el humo y la niebla de las mañanas,
mientras camino con las manos en los bolsillos
y los sueños en una libreta.

El horizonte está lleno de versos,
basta con fijarse
y atreverse a atraparlos con los dedos.

Lo demás son tonterías.

Embalses que todo lo difuminan.

Ríos que todo se llevan.

Cielos nocturnos, fugaces destellos y atardeceres tormentosos que son recuerdos que guardar en fotos.
Nada más.
Solo eso.
Nada más.

La bella durmiente ya está más despierta que nunca
y la noche es joven
y ella ha venido a jugar.

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