sábado, 23 de octubre de 2021

Los relojes no han cesado de caer

Los relojes de arena se diluyeron ya en el viento
y solo quedan hojas volando,
remolinos de sentimientos,
salvajes montañas
que el frío se encarga de atenazarnos por dentro.

Es todo movimiento,
un instante,
un momento,
un etéreo baile
de frágil lamentos.

Solo seremos,
solo seremos,
lo que tratemos de ser,
los sueños que queremos.

Y ya no queda aliento
para tantos poemas sin besos,
para tantos desnudos sin versos,
para tantas madrugadas
en las que confundimos nuestros cuerpos.

Cronofóbico y efímero destiempo
que nada deja, que todo lleva,
que pronto ya solo seremos
el polvo que se llevó el fin de todo esto.

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