Quizás eso lo defina todo:
Ya pasó la tormenta y ahora solo quedan por delante atardeceres, amistades, felicidad y la sombra de esas siluetas que me acompañarán a construir futuros.
* * *
Estoy escribiendo estas líneas para el nuevo libro. Estos días me invadieron unas arrebatadoras ganas de dar forma a un nuevo poemario y aprovechando ese impulso he decidido ponerme manos a la obra. Supongo que es porque me va bien. Estoy contento. Ha sido una buena semana. Estoy feliz. Me siento feliz. En general me va todo bien. Disfruto voley, estoy conociendo gente genial en el curso de monitor de tiempo libre y he cobrado el dinero de la vendimia. Todo lo demás está por pulir. Pero irá bien. Espero, no tengo ganas de perder ahora mismo todo eso.
Así que lo dicho, estoy aprovechando para escribir un nuevo libro. Quiero que vaya sobre los amigos, los cuidados, la felicidad... sobre la alegría que es tener amigos que te importan y que cuidas y te cuidan. Sobre lo reconfortante que es tener gente así en tu vida.
Un poco sobre todo eso irá el libro. Puede que este mismo texto forme parte de él. No lo sé. La verdad es que escribo un poco como cuadra y luego intento darle forma al libro con bastante posterioridad a lo escrito. De ahí que sea todo más puro, más improvisado, como mi poesía. Me gusta que mi poesía sea improvisada. Porque últimamente me gusta improvisar. Sobre todo viajando y escribiendo. Por ello lo de que mi poesía sea improvisada. Así logra plasmar el momento, el instante mismo en que la escribo. Y cuando días, meses o años después la leo, recupero todo lo vivido. Lo experimento. Lo siento en lo más hondo de mí mismo.
Ese es otro de mis motivos para escribir.
Para salvarme.
Para no olvidar.
Para recordar.
Para seguir.
Porque resistir es poesía.
Y yo he resistido tanto
que me merecía encontrar todo lo bueno de esta vida
y lo he encontrado,
ya te digo que lo he encontrado:
Y son ellas,
mis amigas.
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