tratando de darte en versos
lo que tú me das en sonrisas.
Y caricias en la espalda
y vida en las manos,
porque me miro las manos
y veo frío y calor
y un temblor
de cuando me miras
y yo las miro y tú me miras
como mirando directamente a mi corazón.
Y yo compongo poemas
poemas de dos
porque son mis ilusiones y tú corazón
lo que trato de dar forma
como artesano a la brisa, al amor.
Y cortamos los hilos al titiritero
domamos la vida,
acunamos al fuego,
jugamos a saltarnos barreras y tocar sueños
y sonreímos al tiempo
sonreímos al robarnos el tiempo.
Atardeceres de incendio
desatada nevada de conversación
palabras que calan
risas orquestas dibujando sin razón
con razón
coraza desnuda que desvestimos en el edredón
del porvenir que construimos siendo canción.
Jugamos a los sueños, a los futuros, a los porvenires, a la construcción,
como piezas de lego que nos afanamos por encajarnos
sin miramientos y mucho tesón,
frágil cuidado que ponemos cuando acariciamos a pecho abierto el corazón,
como mareas de vidas
de arenas
de brisas
que llevamos al remanso de este viaje
que atesoramos con sonrisas, versos y refugio para los dos.
Que el otoño se desvista sin esperar otra razón
que hacer rituales de poesías,
hojas caídas,
pasados que resucitan, futuros que se perfilan,
danzas equinocciales en estaciones de autovías
directas al horizonte, directas al sol.
Échame alas
en mis despertares, amor,
que nos iremos volando,
volando en libertad los dos.
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