domingo, 22 de septiembre de 2024

Donde la poesía consiga arraigar

Existen rincones donde la poesía no logra arraigar:
la felicidad es uno de ellos.

Por algún extraño motivo,
allí
la poesía se marchita,
como una de esas flores que por más que mimas
nunca logra salir adelante.

Un poco así
es la poesía.

Una flor
que por más que quieras,
ella se empeña en dejarse morir,
en dejarse morir por ausencia de tristeza.

¿Por qué nos empeñamos en enseñar a vivir en la tristeza a los demás?

¿Por qué enseñamos a nuestros hijos
a sufrir?

¿Por qué solo se puede escribir desde el conflicto?

¿Acaso no se puede escribir desde la calma, desde la paz?

Me gustaría poder escribir sobre un atardecer,
sobre estar sentado al sol de verano,
sobre mis amigas,
sobre la calma que siento cuando me mecen las olas, cuando vivo durante 10 días en un campamento y nada más me importa,
sobre los campos en flor,
sobre el trigo cimbreando dorado bajo la luz y el calor.

Me gustaría poder escribir sobre todo eso
y sin embargo
solo sé escribir desde el frío hielo de la tristeza y el miedo.

Y como ahora estoy out, 
apagado,
en standby,
pues no soy capaz de escribir

y solo puedo acercarme al teclado
para fingir

fingir que existe algún motivo por el que yo sigo aquí.

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