el constante descenso de la arena que se filtra y escurre entre los dedos sin yo poder hacer nada.
Me obsesiona el paso del tiempo,
la incapacidad para atrapar el efímero momento,
la fugacidad del instante,
la necesidad de arder intensamente
hasta consumirme
consciente
de que es lo único que me queda
ante la frágil infinitud de la vida que se apaga
sin yo poder remediarlo.
De eso un poco va todo,
mi vida,
mi poesía,
mi existencia,
de permanecer
cuando todo se esfuma entre difusas ruinas.
Me obsesiona el paso del tiempo,
el olvido,
el silencio,
la desaparición de los recuerdos,
la muerte,
el final definitivo cuando ya nada quede de nuestros restos.
Me obsesiona ser incapaz de atrapar el instante mientras me voy consumiendo.
Quizás por eso escribo.
Quizás por eso exprimo al máximo mi camino.
Quizás por eso me revelo contra cualquier destino predefinido.
Y es que si no puedo ser eterno
al menos experimentar el infinito
en el efímero y fugaz instante que me consumo intensamente ardiendo.
Quizás así experimente la felicidad y deje de padecer este sufrimiento.
Y es que mi libertad es una constante lucha contra el tiempo.
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