Solo entre los límites de los paralelismos puede encontrarse la sutileza de la noche de los tiempos, locos certeros intentando crear monotemáticos monográficos acordes a los tiempos que vivimos como si fuese posible comprender el camino de nuestro destino mientras suenan los sintetizadores de la música electrónica que nos transporta a las abrasivas arenas del desierto. ¿Estamos en lo cierto? Autómata escritura que se lleva el viento al tiempo que los dedos teclean frenéticamente sin perder ni un momento al escuchar el retumbar de los sentimientos en la música que tenemos. Somos locos inciertos, pero escribimos vibrando por dentro. Llévame a donde los sueños no se consuman como hemos hecho.
Se termina el verano y se desgrana
mientras desfibro palabras sentado frente a una ventana de un cuarto piso.
Creo que es el primer poema que escribo en la noche en este nuevo lugar en el que nos hemos mudado para habitar la eternidad del presente.
Y es que tengo poemas frente a muchas ventanas:
En mi casa,
en el piso de Finisterre en Coruña,
en Monte Alto,
en Caldas,
en Santiago,
en Lisboa,
en Le Mans,
en Ramón Nieto
y ahora frente a este nuevo espacio al que nos hemos mudado hace escaso tiempo.
Todo lugares
con sus esencias
que transportar en poemas
mientras experimento el paso lento de los relojes que se consumen sin nosotros saberlo.
Y ya la música se acaba
y con el estas palabras
envueltas en el azul de I´m blue.
Apago la mirada
y cierro la pantalla.
Ya otro día será mañana.
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