Qué rara
suena
a estas edades
la palabra
amor.
La dices,
y no sabes
si te engañas
a ti mismo,
o a ella,
o él
a los dos.
Karmelo C. Iribarren
Sútil juego de sutilezas
el saber si sigues amando
o simplemente te dejas
a ti mismo
llevar
por la corriente de la vida,
por la escalera social.
¿Te amo?
¿Me amas?
Es incuestionable que sí,
que hay amor,
¿pero basta con eso?
¿No importa más la intimidad,
la confianza,
la comunicación?
¿El deseo en la cama,
la pasión bajo el edredón?
Que sí,
que te amo,
que me amas.
¿Pero qué fue de sentir la ilusión?
Esa energía de la nueva relación.
Que ya no existe.
Que ya no existirá nunca.
Que se esfumó como se esfuman los sueños.
Y mientras tanto seguimos
porque... ¿por qué no?
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