lunes, 17 de abril de 2017

Estabas electroseis loco

Las horas de la vida se pierden por las callejuelas de un casco viejo que nunca supo ver más allá de lo que tenía delante durante esos instantes,
la existencia
se desdibujaba en miles de suicidas notas que reverberan como las cuerdas de una guitarra desafinada que busca arrancar acordes nunca concretados,
las vorágines de luchas sin sentido logran alternar miles de idas y venidas
y yo
solo logro escapar para atesorar el pasado con el cuidado de quien sabe que nunca podrá recuperarlo.

La noche explota en miles de colores distorsionantes
solo nadie sabe de quien nunca pudo conocerse,
y antes,
y cerca,
los ritmos sinfónicos y afónicos logran expulsar el alma hacia rincones nunca conocidos,
como una droga que me exonera de mi afilada existencia durante unas breves largas horas.

La arena se escapa entre los dedos
y el viento
golpea con la fuerza de una ventisca de calor,
las hogueras entre los bosques brillan como brasas que no saben donde esconderse,
y los recuerdos recorren mi mente
una y otra vez
como fotos en blanco y negro
que saben llevarme a donde aun tiene sentido soñar.

La paz vuela por los brillos de las pupilas dilatadas por las largas ganas de vivir y bailar,
todo parece tener razón de ser cuando es verano,
cuando el calor baña los corazones
y el futuro y el horizonte parecen más cerca y más fáciles de atrapar.

La locura es solo aquello que nos invita a disfrutar de este mundo,
y a pesar de todo,
sigo teniendo ganas de escribir un diario en el que escupir y parafrasearme
una y otra vez,
puede que en uno de esos intentos logre sacar de dentro todo lo que tengo
y aflore por fin la persona que era cuando mi sonrisa todavía era algo que valía la pena.

La música me evade una y otra vez,
sea directa y o esquiva,
electrónica o y experimental,
psicótica, psicodélica o sin sentido y sin lugar,
como melodías que me arrancan las ganas de ser algo más,
de crecerme a mi mismo
y lograr avanzar en cada cambio de fase, en cada ciclo vital,
un poco más hacia el horizonte que siempre he querido tocar, abrazar y completar,
como las piezas de una esencia que sé que todavía puedo ensalzar y rescatar,
forjarla, construirla y dominar.

Las horas de la vida son paz
cuando el verano ha llegado,
con la alegría, las rimas y las ganas de cantar,

Son días de vivir la inolvidable experiencia de la memoria a orillas del mar.

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