La espuma de los golpes se desliza
entre las ristras que erizan las miradas de envidia,
los borbotones de oscuros colores
se recomponen en miles de sorprendidos perdedores.
Las caídas avisan de los peores dolores
mientras que todo gira recordándonos que somos meros peones.
Acogen
los renglones
gritos rencores que esconden los cuchillos informes,
los filos solo escogen
a aquellos
que nacen sin perdones.
Azogue,
azogue,
incierto azote que nos devuelve reflejos deformes,
imágenes veteadas de plateresco platino sin causa ni orden.
La espuma
de los golpes
brota
bajo agonías de locuras en claves menores,
y la caída no tiene valores,
y la caída no tiene valores,
y la caída,
es
hasta el fondo cavernoso, castigo de dioses.
Solo queda
saber que no quedan cicatrices sino cortes.
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