miércoles, 10 de enero de 2018

A veces hay que aprender a cerrar etapas, por doloroso que sea, para no quedarse atrapado al echar la vista atrás

Estoy tan perdido en la vida...

Que no sé de dónde vengo ni a dónde voy.

Piso, con cuidado, consciente que a cualquier mal paso el suelo se precipitará al vacío y yo con él, como un sucio baile de sombras interminables que me lleven al final.
Y mientras tanto aguanto, sin saber cómo, sin saber por qué, sin saber para qué.

¿Cuál es el sentido de todo este sinsentido?

¿Cuál es mi lugar ahora?

¿Por qué...

sigo?

No entiendo la razón de los motivos, ni las causas de las consecuencias.

De repente el destino ha dado un quiebro de los suyos,
y en un instante
me he quedado más solo de lo que he estado nunca.

Abandonado.......

Porque ahora me toca recorrer el camino solo.

Y no estoy tan seguro a veces de tener las fuerzas suficientes para resistir sin ti.


Era la hora. Sí. Pero no mi hora.

Sin darme cuenta me olvidé de pasar las hojas del calendario y he llegado a los 24 años sin tener ni idea de bucear
y menos de salir a flote yo solo.


Estoy en un lugar que no quiero. En una vida que no quiero. En una tristeza que no quiero. Y con un destino predestinado que no quiero.

Y tampoco sé como remediarlo, pero tiene que existir algún modo de darle la vuelta a la baraja y dejar de repetir este cíclico solitario.


Estoy tan perdido ahora mismo... que no sé bien a dónde ir.

Pero necesito superar el pasado
y volver a existir
por mí mismo
y que estés orgullosa de mí.

Encontraré el modo de seguir...
Entre esta fina y densa lluvia que cubre como una cortina gris el porvenir.


Estoy tan perdido...

A veces me cuesta hasta sonreír.

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