jueves, 12 de diciembre de 2019

A tu nombre

Rezando por el futuro
te dibujé en mis sueños,
no sé bien por qué
pero ojalá que todo sea luz.

Matamos al tiempo justo lo suficiente
como para entender que no tenía sentido
y no lo tenía, lo sé,
no lo tenía.

Ardí en vuestras banderas
que se peleaban por ver quien valía más
quien la tenía más grande
quien gritaba más alto.

¿Y todo para qué?
Nos decimos
¿todo para qué?
Para nada, eso respondemos.

Sangramos en demasiadas derrotas
y perdimos demasiado,
¡atended!
perdimos demasiado.

Entre las heridas de las manos
solo vimos sangre caer,
y al mirarnos los pies
solo quedaban casquillos de balas.

Las paredes ladran al silencio
conscientes de que se fueron
todos los niños que creímos ser
y ahora somos adultos rotos por vivir.

Entre el mar de mi patria
no encontré lugar al que llamar así,
venimos de nuevo a ninguna parte
y solo encontré un país sin personas.

Ciudades altas con ambiciones altas,
estados dirigidos por empresas,
políticos marionetas que sirven
a sus propios intereses.

Y tras todo eso recé, para mí,
recé, por seguir,
recé, por luchar,
recé por encontrar sentido a todo.

Señalé con el dedo,
y me lo cortaron,
señalé con la mirada,
y me cegaron.

Y entonces todos torcieron el gesto,
se fijaron en otras cosas,
y tiñeron de verde toda su sucia escala de grises
como si valiera algo.

Grité, grité y grité,
hasta quedarme sin voz,
lloré, lloré y lloré,
hasta quedarme mudo.

Y todos rezamos
por un mundo mejor,
y todos rezamos
por un futuro mejor.

Mientras ellos se lavaban las manos
con nuestro dolor,
mientras ellos se reían de nuestro patetismo
tratando de hacer futuro sin transformar el presente.

En tu nombre,
te dicen,
en tu nombre hemos hecho todo esto
y asentimos, sin saber qué responder.

Yo os digo,
este mundo no vale tanto,
este mundo
no vale tanto dolor.

Levantad la frente, por favor,
levantad la mirada, por amor,
levantad la esperanza, por vida,
levantad el puño, por todo.

Y sacamos una bandera que cogía polvo,
una que representase el futuro,
roja como el atardecer en el mar,
roja como la sangre que nos impulsa.

Y sacamos una bandera del pasado
para cambiarlo todo,
de arriba a abajo,
a día de hoy y para tener un mañana.

Después seguimos y seguimos
y seguimos cada día,
construyendo lo que queríamos:
todo.

Unos sueños con los que caminar,
una ética con la que actuar,
una cultura para educar,
una idea que desarrollar.

Y caminamos
como hay que hacer siempre
y caminamos
como siempre hay que hacer.

Matamos al tiempo, al miedo y a las derrotas,
apagamos todos los fuegos que nos consumían,
liberamos nuestro cielo para ver la luz,
forjamos armas de libertad para avanzar.

Y cuando flaqueábamos
y no sabíamos bien qué hacer,
mirábamos al frente
y asentíamos para continuar.

Hicimos historia
¿a dónde viniste a vernos?
Hicimos historia,
te esperamos, no te pierdas.





Poesía de una generación sin ideología ni sueños,
cantos en el atardecer para un nuevo mañana,
luces y sombras tras el humo en un barrio sin esperanzas,
demasiadas ganas de volar como para no versarlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario