con la casualidad de lo inesperado
tan de repente
que nos precipitamos a correr
y echamos a volar con los brazos abiertos.
Con el sumo cuidado de la noche nos acariciamos
y comprendimos los sueños
y cuidamos los miedos,
levantamos barreras para defendernos
y aprendimos a tener trincheras en las que cobijarnos.
Con la suerte en las manos nos lanzamos
a llegar a donde nos propusiéramos,
a saltar para ver el otro lado,
y supimos que sería difícil,
pero que juntos podríamos lograrlo.
Entre las cortinas de la vida nos encontramos
de nuevo, una y otra vez,
conscientes de que es todo cuestión de intentarlo
y supimos sonreír en nuestra paz
y nos mecimos tranquilos en nuestra libertad.
Y de una u otra forma nos las apañamos
porque vemos más allá
y sabemos a dónde queremos llegar,
por mucho que caigamos y tropecemos,
por mucho que dudemos y nos dañemos.
Curamos las heridas a base de luz,
esfuerzo
y vida,
y ya no había nada que no pudiéramos hacer
y aún nos quedaban todos los muros que superar.
Aprendimos a querer y continuar,
a soñar con llegar más allá,
a dar otro paso cuando temíamos caer,
a dar un salto cuando pensábamos que no podríamos llegar,
y ahí, ahí, ahí supimos ser mar.
No me dejes caer,
no me dejes atrás,
sé todo lo que soñé,
seré todo lo que podamos soñar,
seremos eterno atardecer a orillas de Portugal.
¡Que bonitooo! Y que romántico :)
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