Las arenas del desierto
han abrasado mi propia piel
y ya solo quedan heridas
para la muerte que me persigue
sin poderme coger.
En estas tierras lejanas,
desconocidas,
avanzo cada día
como si no hubiera mañana;
y hoy yo ya no soy mortal,
hoy ya yo seré un dios, una deidad.
La torre del silencio me cobija
y la soledad se abre paso
en mi ser,
soy lo que quise ser,
seré quien deba ser,
más allá,
siempre más allá,
donde ningún hombre haya estado jamás.
Cuando la vida me cobije,
furibunda ira contenida,
desataré toda mi fuerza
con el grito visceral del dolor,
y me libraré de mis pesadillas y mis demonios,
cuando me convierta en un dios.
Más allá que ningún mortal.
Iré más allá.
No hay patria, no hay hogar,
más que mi espada
y mi incansable caminar.
En esta soledad hallaré consuelo
y las arenas del desierto
recogerán mis restos,
seré sueño, seré tormento,
seré lo que deba ser,
soy lo que llevo dentro.
Paz y guerra,
luz y condena,
oscuridad y estela,
sucia y eterna cadena
que me ata a la tierra
que me ahoga y aprieta.
Cierra los ojos
ya no hay descanso,
solo un lento
caminar
por la sangre de los templos
caídos en el mísero olvido del tiempo.
Lo demás,
siempre más allá,
será descansar en el silencio
de las arenas del desierto.
Sublime...como de costumbre.
ResponderEliminarÉpica y poesía, el héroe enfrentándose a la vida, el apátrida en busca de su destino. Excelente.
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