Despierto con pocas ganas
como expulsado del cielo
y la vida discurre sin esperanzas,
la luz se pierde sin remedio.
El llanto de una existencia
se apelmaza entre los miedos
y la desidia y la derrota
todo lo cubre de negro.
Sucumbí a la noche,
desorientado moribundo,
y tropecé mi rumbo
sin encontrar atisbo de sueños.
*
**
***
Y en la madrugada
cuando ya nada quede
arderé entre las llamas
dejando un rastro de muerte.
Creí ser lo que tocaba
y supuré tristeza,
y así, tras este infinito olvido
solo hallaré pesadillas de hiedra
que mi pecho encierran, mis piernas arrastran,
para aplacar, de algún modo,
la ineludible espera que a todos aguarda.
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