rastros de tinta como suspiros de vidas
fútiles intentos de derribar castillos
llantos certeros que borra el viento.
Llega la marea
y nada queda
mas que un rastro de arena
y escasos intentos de combatir los elementos.
Quizás si hubiésemos mirado más allá
habríamos comprendido donde hoy estaríamos
y no sería aquí,
pero mientras tanto
el ruido de los compases
nos recuerdan
que tenemos lo que queremos.
Y todo lo demás son fotografías en blanco y negro recorriendo los pueblos que un día nos acogieron.
Poesías de montañas, de campos, de lagos, de sentimientos.
El reloj fue quien nos recordó donde estaremos.
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