una suerte de fría mirada que se consume y ahoga y apaga
incapaz de hallar las palabras acertadas
para explorar el interior de mi mente nostálgica
escuálida
pálida
una acelerada carrera contra el tiempo que se escapa
entre los dedos
como la arena de los relojes que ya no tenemos colgados en el pecho.
Y la cosecha importa,
pero yo ahora miro al horizonte
y solo veo sombras,
incorpóreos de lo que un día fuimos,
tatuajes en el hombro que nos recuerdan lo que quisimos
hacer con nuestro destino, con ese camino que no elegimos,
tirar todas las cartas de este tablero ficticio
y el mar que se cabalga
brava ansia que nos empuja a lo desconocido,
recóndito Atlántico en el que crecimos.
¿Quién soy yo
y quién es el yo que construí sobre espejismos?
La historia que nosotros mismos nos creímos.
El poema del loco que atesora diarios en el vacuo olvido.
Y ya solo pienso en el otoño extranjero,
caminar con las manos en los bolsillos y los cascos en los oídos,
confundiendo el instante con el presente indefinido.
Quiero jugar a ser el viajero de los versos que sueña a quererse como si fluyera en un espejismo líquido,
frágil lienzo, mosaico de artificio,
la acuarela que se cuela por todos los resquicios de este mundo en vilo.
Mira al frente
y encuentra tu camino.
Ya tus pasos volverán
cuando de tu travesía hayas escrito el futuro que tú mismo has construido.
Solo cierra los ojos
y avanza
como si el tiempo en tu contra
nunca hubiera transcurrido.
- Lienzos de sueños superlativos (el mar nos brinda la libertad que anhelamos)
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