sonriendo a las estrellas,
recogiendo sueños entre los dedos,
perdiéndonos entre noches de cervezas,
en nuestros ojos el firmamento
y en la pista de baile todos los instantes eternos.
A la sombre de los robles os espero
con el corazón en el pecho,
y la arena que nos proteja,
recuerda que las noches son nuestras
y que no habrá vida que se nos quede pequeña
si sabemos soñar a la orilla del embalse de esta tierra.
Dormidos bajo mantas y sacos, dibujábamos constelaciones a risas y encuentros, rememorábamos vidas, dibujábamos caminos, construíamos amistades que cuidar y proteger en un frasquito de cristal. Podría hablaros de cuanto os echo de menos, pero prefiero escribiros, porque es lo único que sé hacer. Porque es lo único que me queda
mientras os espero a la sombre de los robles
contando estrellas.
Mireia y su sonrisa sincera que no sabe cómo esconder cuando sobresale tras sus mejillas y con cuidado se avergüenza de dejar salir su felicidad. Vero y sus palabras de paz, sus instantes de fragilidad y sus manos de estanques helados sobre los que patinar. Sara y su risa, su humor afilado y su ingenio depurado a base de tener todo bien controlado. Alicia y su ingenuidad, su forma de moverse con libertad, su necesidad de comprendernos a todos. Andrés y su hambre de amistad, su ímpetu y su feroz docilidad.
Caminando por las calles, por los bares, por los billares. Haciendo de un vaso de alcohol promesas de madrugada sobre las que volar, construíamos algo sin saber bien a dónde llegar, pero todos nos dejábamos llevar.
Podría hablaros de cuanto os echo de menos, pero prefiero escribiros, porque es lo único que sé hacer.
Porque es lo único que me queda
mientras os espero a la sombra de los robles
contando estrellas.
Esther y su transparente coraza de dura afabilidad, su cuidado, su agarimo. Javi y su calma, su cariño en las palabras, su baile por encontrar bien su lugar en calma. Marina y la paz personificada, el entusiasmo en la mirada, las ganas constantes de comerse este mundo sin que se lo impida nada. Laura y sus carcajadas, su calor en los gestos, en sus abrazos, en cogernos la mano para crecer sin que apenas cuenta queramos darnos. Gonzalo y su conversación eterna, su energía intensa, la irreductible certeza que desprende y le rodea. Juan y su forma de cuidarnos, su presencia segura a la que acercarnos, su certeza de que todo irá bien sin esperarlo. Ana y su luz al vivir, su libertad al reír, su felicidad que sin ser consciente sabe transmitir.
Recuerdo todos los senderos, los instantes, los recuerdos que guardo bajo llave y cerrojo para nunca olvidar. Para siempre tener un sitio al que volver cuando la saudade dejo echar a volar. La vida que escribo consciente de que con vosotros comprendo el más puro significado de la palabra amistad.
A la sombra de los robles os espero
sonriendo a las estrellas,
recogiendo sueños entre los dedos,
perdiéndonos entre noches de cervezas,
que bebernos a base de promesas
que nos harán efímeros y eternos.
A la sombra de los robles os espero
con el corazón en el pecho,
en el cielo el brillante firmamento
y recordando que las noches son nuestras,
brindemos, que la vida nos espera
y que soñaremos siempre esta amistad
por muy lejos que estemos de la orilla de esta tierra.
Seamos bellotas,
esperando a ser robles
a la sombra de esta libertad sincera.
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