jueves, 30 de abril de 2020

No te preocupes por mí, yo ya estoy muerto, solo queda resurgir

Ascendí rodeado de coronas de espinos,
las rosas del camino
me laceraron la piel
como el destino que se escurre entre los dedos,
vestido de blanco llegué al desierto de antaño,
no hay paz
donde reina la guerra.

Campos de llamas,
política de tierra quemada,
mirar atrás solo sirve para sufrir,
camina hasta aquí
si quieres descubrir
la mirada del león que todo lo calla.

Cargamos con la mochila a la espalda
y entre miradas horrorizadas
perdimos demasiadas veces a las cartas.
Sorpréndeme cuando nadie me sorprenda,
puede que así
logre encontrar la salida de emergencia
a este infierno en tierra
que yo mismo me cavé en esta tumba
sin nombre ni fecha.

Lo que se añora es lo más difícil de todo,
consumirse en cenizas
para luego resurgir,
herido de muerte,
muerto de vida,
arder con las prisas
de un día que se acaba
sin que nadie pueda hacer nada
por traerte por el camino de vuelta.

Crea tu propios pasos,
se esfuma en humo el destino
tras tus pasos,
haremos repaso de todo lo que nos queda
y viviremos rápido
para morir intensamente.

Esta historia ya está muerta,
solo espero sucumbir
en este desierto de blanquecinas arenas,
y cuando el tiempo llegue al final
sin principio ni fin,
yo podré mirar al cielo y sonreír,
será ahí cuando libre, naciente y sin mí
yo pueda ser feliz.










* * *

* * *

* * *

* * *




Lo que se añora es lo más difícil de todo, la tercera transformación de Nietzsche, que también piensa en términos triádicos: el camello que carga valores, el león que se contrapone a ellos, y el niño que es capaz de crear sus propios valores.
Luis Felip

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