mientras el camino
hasta el infinito no encuentra
lugar hacia el que ir
y vaya viaje que nunca se acaba,
mochilas a la espalda,
ardientes miradas,
solo éramos dos chavales con un mapa
y unas incansables ganas
de llegar siempre más allá
como esas llamas que no se apagan
hasta deslumbrarlo todo con su resplandecer,
solo ser, sin perecer,
en estas vías hasta el atardecer,
eternas almas que no se cansan
hasta tener el viaje entero de nuevo a sus pies.
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