no vaya a ser que me queme al salir de mi zona de confort:
la tristeza.
La desidia es rutina constante en el día a día, en las horas de su ausencia, en la falta de su risa,
sin ella me arrastro por la vida intentando pasar desapercibido y no recibir más de lo que merezco:
el olvido y el vacío.
Creo que la suerte ardió hace mucho,
el destino cayó fulminado
y el futuro se precipitó a la nada.
* * *
¿Qué hacer cuando nada te llena por ti mismo?
No soy capaz de sonreír yo solo,
ni de vivir,
ni de seguir,
No soy capaz de resistir por mí solo,
y por mí,
por mí,
por mí,
por mí propio descenso al infierno he aprendido en mis ratos libres a cazar demonios en mi propio coto privado
como un mundo salvaje de lucha constante entre seres informes que se deforman buscando la forma de llevarte consigo a ninguna parte de algún rincón oscuro sin vida en este vidrioso purgatorio de niebla que es la colindante cotidianidad de estériles valles.
* * *
¿Qué hacer?
Como un himno musical de algún pasado sin futuro,
como un susurro con el que arrebatar algo por un breve período de tiempo
aunque todos sepamos que no quedará nada luego.
Aunque el instante eterno
sea la pesadilla de tus sueños,
la condena de hierro grabada a fuego en el pecho,
el sucio baile en el miedo del recuerdo;
a pesar de todo y por todo
regueros de sangre en el polvo de esa pistola que te apuntaba a la sien
Y que disparó.
....P-U-M....
to final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario