atrapándome entre sus finas hebras de seda,
recluyéndome en una hermosa cárcel de resplandores y brillos
con el rocío de la mañana en la frente perlada.
El mundo palpita acelerado
borboteando bajo sus venas de sangre
todo el dolor de una existencia que nos obliga a vivir
aunque no queramos [ bajo tanto desaire ].
La presión
del estómago
hace escombros todo el temple
que algún día pudo forjar los pensamientos
que ahora yacen inertes
bajo horas y horas de ansiedad.
El frío manto de oscuridad
repele la luz en un tétrico baile de sombras
y la muerte acecha a cada instante
sabiéndose poderosa e inmutable.
La tristeza adorna las horas
y el dolor susurra pesadillas,
los sentimientos entran en bucle
y la tortura destila su pérfido aliento.
La inexpugnable fortaleza
a asaltar
por decenas de tropas
en minoría numérica
mantiene erguida toda su decadencia
sucumbiendo la vida a la eternidad de la desesperanza.
Y ya no hay templanza ni seguridad
ante la desidia de la derrota;
la parca se vuelve graznido y alas
y en agorera tempestad infundada cobra forma.
La tristeza adorna las horas
y el dolor susurra pesadillas,
los sentimientos entran en bucle
y la tortura destila su pérfido aliento.
La inexpugnable fortaleza
a asaltar
por decenas de tropas
en minoría numérica
mantiene erguida toda su decadencia
sucumbiendo la vida a la eternidad de la desesperanza.
Y ya no hay templanza ni seguridad
ante la desidia de la derrota;
la parca se vuelve graznido y alas
y en agorera tempestad infundada cobra forma.
Caída balanza del corazón inestable.
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