El mundo se pierde como mis rimas,
cayendo en pozos de oscuridad,
tropezando en callejones de desidia,
solapando las emociones
en tétricas siluetas sin vida.
La muerte acecha en cada rincón
como un baile de sombras,
una danza fúnebre de ilusión,
cobijo fugado inerte
de rutinas apelmazadas sin voz.
La noche se confunde sin prisa
precipitándose hacia ninguna parte,
proyectándose sobre un fondo suicida,
sutil soliloquio sin vuelta
hacia ninguna parte, hacia ninguna salida.
El olvido inunda en cada estación
como trenes abandonados,
raíles de desesperación,
ángeles caídos ardiendo,
reyertas internas que astillan la razón.
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