lunes, 8 de octubre de 2018

Le gaz

Males sin conciencia
tiran a los dados nuestro destino.

Mares sin consciencia
marinean el rumbo arriba y abajo superando olas.

Olas de plata y azul
y luna que riela.

Muerte.

Muerte al final del camino.

No mires hacia atrás,
no mires hacia adelante,
sigue,
sigue,
solamente sigue,
aunque la luna esté negra,
aunque la noche este nueva,
aunque no haya luz,
sigue,
sigue,
solamente sigue hacia adelante.

Como un marinero en alta mar
yo me perdí entre el humo
creyendo escapar del tiempo
como un corredor de fondo en una contrarreloj.

Absurdo.

Completamente absurdo.

Pero inevitable.

Perdí la conciencia entre todos los males
demonios de diferentes clases
tratando de detener el lento caminar.

Perdí la consciencia
y no queda otra que remar a contracorriente por salir a flote entre la tempestad.

Humo.

Humo de cigarros apagados.

Males sin conciencia.

Males inconscientes.

Marcan el final,
el final de todo cuanto pude soportar,
de cuanto pude avanzar,
de cuanto pude tragar.

Hacen falta defectos para ver virtudes.

Y las banderas ondean como la mar
levantando espuma a nuestro paso,
haciendo repaso de sueños.

Noches sin conciencia.

Noches sin consciencia.

Como perros en la noche aullando a la luna nueva.

Como lobos en la negra noche solitaria.

Como humo.

Como humo.

Como absurdo humo que no tiene hacia donde escapar.


*
*
*


Como humo que desaparece sin dejar rastro más allá.

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