mientras nosotros creábamos una coraza a nuestro alrededor.
Volábamos de la mano viendo trenes pasar
y nos aferrábamos al viento como olas a la mar.
La luz otoñal se diluía en los instantes
creando destellos eternos de vidrieras de color.
Soñábamos presentes fugaces al caminar
y nos perdíamos en nosotros saboreando la libertad.
La magia de las casualidades se revolvía
jugueteando por dentro como chispas de vida para dos.
Cruzábamos senderos y tiempos al viajar
marcando futuros recuerdos palpando la paz.
Los días de octubre nos envolvían arrullando nuestra voz
mientras bailábamos atardeceres ajenos a todo nuestro alrededor.
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