Es un noche fría y ventosa, desagradable. Un hombre,
joven, camina solo la calle mientras de fondo suena el gemir del viento y el
mar embravecido del Orzán. El hombre camina enfundado en su gabardina que
apenas lo ampara de la lluvia, las manos en los bolsillos, el rostro cabizbajo.
Camina rápido, con prisa, como queriendo protegerse de la noche. Cruza rápido
por medio de la carretera, pisando charcos, levantando estelas de agua a su
paso. Tuerce a la derecha y desciende por una calle empinada. Al pisar la tapa
de una alcantarilla da un pequeño resbalón que le hace emitir un gruñido de
enfado. Tuerce a la izquierda y poco después nuevamente a la derecha. Entra en
un bar desolado.
2. INT BAR NOCHE
Las mesas de madera están situadas indistintamente, sin un orden concreto. El ambiente decadente del lugar contrasta con la música alegre que suena con volumen bajo por los altavoces. El hombre se sienta en una de las mesas, la que parece menos asquerosa. Se pide una copa y comienza a beberla en silencio, escrutando desinteresadamente el fondo del vaso. Permanece un rato así, no sabría precisar cuánto. De repente entra alguien en el bar. Una mujer. Parece joven, no llegará a la treintena. Va enfundada de un abrigo rojo del que se desembaraza al entrar. Busca con la mirada por las mesas hasta que encuentra la mirada de RAÚL. Él levanta el brazo y la saluda.
Las mesas de madera están situadas indistintamente, sin un orden concreto. El ambiente decadente del lugar contrasta con la música alegre que suena con volumen bajo por los altavoces. El hombre se sienta en una de las mesas, la que parece menos asquerosa. Se pide una copa y comienza a beberla en silencio, escrutando desinteresadamente el fondo del vaso. Permanece un rato así, no sabría precisar cuánto. De repente entra alguien en el bar. Una mujer. Parece joven, no llegará a la treintena. Va enfundada de un abrigo rojo del que se desembaraza al entrar. Busca con la mirada por las mesas hasta que encuentra la mirada de RAÚL. Él levanta el brazo y la saluda.
RAÚL
Ey,
Alicia, estoy aquí, no me irás a decir ahora que en medio de este antro no me
has visto.
ALICIA le sonríe desde la puerta, la sonrisa es sincera, pero la mirada resulta triste, tremendamente triste, como si algo le impulsase a estar allí, pero en realidad no quisiera. Se aproxima con paso indeciso y se agacha para dar dos besos a RAÚL, quien le responde sin ponerse de pie y la invita a sentarse con un gesto del brazo.
RAÚL
Por
un momento pensé que no vendrías.
ALICIA
Yo
también pensé que no vendría.
RAÚL
Pero
has venido.
ALICIA
Sí,
he venido.
RAÚL
Camarero,
sírvale una cerveza a mi acompañante y póngame otra copa de lo de antes, pero
esta vez no me racanees el alcohol.
El camarero asiente y comienza a trajinar tras la barra. Mientras tanto RAÚL se recuesta sobre la mesa apoyando los codos sobre esta, su cara entre los nudillos y la mirada sonriente. No parece la misma persona desde que entró ALICIA.
RAÚL
Estás
muy guapa ¿lo sabías? Seguro que sí, te lo deben de decir a todas horas.
ALICIA
(cortesmente)
Gracias,
tú… tú también. Pareces estar bien. ¿Qué haces?
RAÚL
Vivo.
Como siempre.
ALICIA
Siempre
igual… Me refería que ¿a qué te dedicas?
RAÚL
Ya
sabes, lo que venga, hoy aquí, mañana allí. Un poco de esto, un poco de
aquello. Lo de siempre.
ALICIA asiente en silencio. No sabe muy bien qué decir. Intenta decir algo, pero las palabras no llegan a salir de su boca. Vuelve a apoyar la espalda en la silla y mira a fijamente a RAÚL. El silencio desteje su manto entre los dos durante unos minutos que parecen interminables. En ese momento llega el camarero y coloca sobre la mesa la copa y la cerveza. Inmediatamente, sin esperar respuesta se marcha a su puesto tras la barra. Ninguno de los dos ha dicho nada durante ese tiempo. Es ALICIA quien decide romper el silencio.
ALICIA
Raúl
¿por qué me llamaste?
RAÚL
Te
echaba de menos.
ALICIA
Siempre
me echas de menos, pero luego cuando estoy pareces echarme siempre de más.
Sigues igual. No has cambiado ni un ápice.
RAÚL
Tú
en cambio sí has cambiado.
ALICIA
Sí.
RAÚL
Se te ve
mejor que cuando estabas conmigo. Más feliz. Menos triste. Antes tenías siempre
esa sonrisa triste. Sí, esa, justo esa que tienes ahora mismo.
ALICIA
Raúl, no
entiendes nada, nunca has entendido nada. ¿Recuerdas la última vez que nos
vimos?
RAÚL
Nos
acostamos.
ALICIA
(suspira)
Sí, nos
acostamos, pero no me refería a eso. Antes de eso, la noche esa. Tú ibas
borracho y hasta arriba como siempre, como supongo que irás ahora.
RAÚL
Sí.
ALICIA
¿Por
qué?
RAÚL
¿Por
qué qué?
ALICIA
¿Por qué
estás puesto si sabes que estaba harta de vivir eso?
RAÚL la mira con extrañeza, como si acabara de ver un extraterrestre. Tuerce la cabeza tratando de entender la pregunta. Echa mano a su copa, un trago largo, interminable, hasta terminarla del todo. Cuando la termina mira el fondo vacío y vuelve a posarla con cuidado sobre la mesa. Se queda mirándola largo rato hasta que levanta la mirada y se encuentra con los ojos de ALICIA.
RAÚL
(con indiferencia)
Es la
única forma que tengo de vivir. Ya lo sabes. No soporto esta existencia. Del
curro a casa, de casa al curro. Y mientras tanto un par de chorradas por el
camino para distraerte unas horas y vuelta a empezar la misma mierda. No es
vida.
ALICIA
(triste)
No es
vida. Esa no es vida. Pero podría haberlo sido. Si tú hubieras querido habría
podido serlo. Y habría sido totalmente diferente si hubieras puesto de tu
parte.
RAÚL
Puede
que sí… o puede que no… ¿Quién sabe?
ALICIA
(resopla resignada)
Como te
decía… Ese último día que nos vimos ibas hasta arriba y te cabreaste por una
chorrada con un tipo del bar. Os peleasteis. Te partieron una jarra en la cara
y yo tuve que llevarte a casa. Te curé uno a uno todos los cortes. Como
siempre. Siempre he curado uno a uno todos tus cortes mientras tú decidías
seguir destruyéndote. Y me cansé.
RAÚL
Pero
lo hicimos.
ALICIA
Sí, lo
hicimos. Porque te quería… y por desgracia aún te quiero. Pero esto no puede
ser.
RAÚL
¿Qué
te lo impide?
ALICIA
Tú.
RAÚL la mira en silencio, no sabe qué responder. Alicia se levanta y se pone el abrigo. Él no hace ningún amago por detenerla.
ALICIA
Adiós,
Raúl.
RAÚL no responde, la mira en silencio mientras la ve marchar. ALICIA se detiene en la puerta. Parece esperar algo, una señal, un amago de detenerla, una despedida, algo… algo que no llega. Permanece un par de segundos quieta y finalmente se pierde entre la cortina de lluvia. RAÚL continúa en silencio, mira hacia el vaso vacío y lo empuja ligeramente hacia el borde de la mesa.
RAÚL
Adiós,
Alicia.
Empuja del todo el vaso hasta dejarlo caer. Este impacta contra el suelo y estalla en mil añicos. RAÚL se queda mirando el lugar donde antes estaba la copa.
RAÚL
Camarero,
póngame otra.
FIN
* Los personajes de Escandar Algeet querían una segunda oportunidad, supongo que por eso trataron de colarse en esta nueva versión Semáforo en rojo *
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