Soy un camino sin rincones de salida,
soy un eterno retorno a ninguna parte,
Nietzsche en vena
y música en el corazón,
sendero oculto a ninguna parte en la carretera,
soy un invierno sin sol,
una suerte de orilla nuestra,
una caída de la ciudad eterna,
Constantinopla defendiendo su libertad contra la derrota que acecha,
un salto al vacío con razón,
un tirón al galope para sacar la suerte que me robaron,
una sombra en el viento,
los nombres de todas las cosas
como un Lanre cayendo por amor,
luchando por acabar con la costumbre,
reinvindicar una nueva izquierda
recordar la historia sobre la que caminar.
Una victoria sin final.
Soy un murmullo entre las palabras,
la música del silencio
de encontrarnos bien lejos,
rumbos eternos
hacia los sueños que recuperaremos,
saudade de sentimientos,
encierros certeros
para todos los fantasmas que nos invadieron,
demonios que cazar en las noches sin luna
y Frontela que me espera
encontrando faenas en cualquier tarea
del mundo disco.
Soy lo que digo,
y ya aviso,
de que no hay sentido para tanto sinsentido,
pero encontrar la razón entre tantos delirios
es algo tierno y lindo
hagamos nuevamente camino.
Entre esperanzas portuguesas y claveles en cada puño levantado
crearemos trincheras con los versos que nos hacen eternos
Resistencia en los barrios, orgullosos de ser obreros.
Soy una carta navegando en una botella,
océanos de palabras,
mares de miradas,
atardeceres bañados por la salitre en la arena,
generaciones que nos esperan,
pero mientras tanto nosotros haremos ondear de nuevo las banderas,
la libertad es un canto que entonar alzando la voz.
Somos regueros de paz, posguerras en que no vencieron,
guerreros del más allá, construyendo utopías por los nuestros.
Soy todo lo leído y vivido,
lo amado y creído,
lo caminado y recorrido,
soy todo lo que aspiro a lograr,
lo que trato de ganar,
las victorias que tarde o temprano lograremos conquistar.
Y no nos podrán derrotar jamás.
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