Las arenas del desierto de Partia
me abrasan las entrañas
como la desesperación
de un mundo en ruinas,
qué gesta cantarás
cuando ya no haya dioses
a los que cantar,
cuando nuestro mar
decaiga de su unidad,
bajo este estandarte ganarás,
y Constantinopla defendiendo su libertad,
la gloria pasada de una campaña en la Galia,
Hispania al borde de estallar en llamas,
los limes que se diluyen en la Romania,
aprieta la balada
que las campanas ya tocan plegarias
en tierras arrianas,
en espejismos de faraones ptolomeos,
en cuentos de niños y juegos,
en el lejano encuentro en el final de los imperios,
el tiempo que corre contra el viento,
tormentas que se llevan los recuerdos,
eternos entierros de ciudades que se apagan,
la desaparición del mañana,
la mirada tambaleada de creer que todo se acaba,
¿qué quedará cuando no quede nada?
Murallas vacías,
casas que esquivan,
barcos a la deriva,
mundos que se olvidan,
recuerdos lejanos de que existieron antaño otros días,
para huir del final
sobreviviendo al día a día.
Parece mentira
que nada se detenga
que todo siga,
como si al tiempo no le importara,
lo que dejamos atrás.
Somos ruinas de nuestras vidas.
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