jueves, 3 de octubre de 2019

Saborea la nieve para hervir la sangre helada

Las curvas bailan frente al paisaje
en ese erótico instante en que deslizarse
implica el riesgo de no volver atrás,
el sol de octubre se pierde en el horizonte
y Castilla se desviste ante la mirada estupefacta
con toda su sensualidad.

¿Dónde están los besos que no dimos?
¿Habitan en algún lugar o se han perdido para nunca regresar?

Las estaciones destilan la tristeza de las vidas que están de paso
como esos vínculos que nos negamos a profundizar
por miedo a salir dañados.

Sucia cobardía sin madurez emocional
que nos creemos fuertes por ser tan débiles de temer a abrir el corazón.

El tren ya está rodando
y los campos dorados relucen
bajo el refulgente astro mayor,
tenemos mariposas en el estómago
por sobredosis de sueños rotos
y hago camino con la mirada limpia,
perdónate amiga como he hecho yo mismo,
perdónate que solo así crecerás sin arrastrar la ristra de heridas
que brillan en lo alto del tiovivo en el que vivimos.

El mundo sonríe porque llorar es abrigo
y buscamos cobijo en abrazos de olvido
conscientes de que la solución sería trabajarnos
y cuidar los vínculos.

Somos poesías sin terminar
porque nunca dejaremos de aprender,
te juro hermana, que por muchos desastres de ansiedad
la vida nos llevará a donde sea que podamos ganar nuestra felicidad.

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