Me pregunto dónde estaremos
cuando ya no podamos mirar atrás
en estos anhelos bajo tierra
que devora la esperanza.
Por algún motivo
el cielo se nos aparece como una ventana,
una ventana lejana y luminosa,
imposible de alcanzar.
Recitan las nubes
el rastro del viento
en su lento viajar,
reluce la vida
como filigranas de trinos
en mágico volar.
En pedazos de distancias
los obeliscos nos invitaron a soñar
como las puertas que abrimos
en esta bonita cárcel de ruinas.
* * *
La ciudad parecía una casa,
una casa infinita
construida en silencios
y remendada por un hilo de solidaridad.
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