martes, 31 de marzo de 2020

Aire de primavera

Entre los niños, Platero es de juguete.
Juan Ramón Jiménez.



Mira los campos. Entre las suaves cumbres de las pequeñas colinas y entre las blancas nubes del cielo, se pinta un mar de plenitud intensamente azul. Dicen que la eternidad vive ahí. Yo no lo sé, pero bien podría ser cierto.

Yo, persona de suelo, solo puedo mirar las flores, las lavandeiras y los colirrojos. Las mariposas que revolotean como sinuosas figurillas de juguete y allí al fondo de las praderas, lejos de los ruidos humanos, al calor de los sonidos del bosque, un pequeño grupete de conejillos que mordisquean la hierba, ajenos al mundo, ajenos a cualquier cosa que no sea el presente.

Explícame esto, explícame cómo funciona este mágico mundo de colores y luces que habitamos, sin ser muchas veces conscientes de ello. Echo a caminar, a la salida del pueblo, y el viento me invita a echar la imaginación a volar mientras un corrillo de niños corretean, ufanos, con sus ingeniosos divertimentos de infancia por todo el campo, entre risas y carcajadas. Yo los observo, como quien observa un paraíso perdido, tan cercano y distante a la vez, y sonrío. Meto las manos en los bolsillos y sigo dejando que mis pasos me guíen.

Mira el cielo y dime que no es bonito. Mira el sol y dime que no es precioso. Siente su calidez, siente su felicidad. El día es primaveral, como esos días que se despiertan con ganas de ser verano y que al rayar el sol en todo lo alto el ambiente huele a flores, a cesped recién cortado y a la frescura del rocío que se evapora con las cariñosas caricias del sol del mediodía. Mira arriba, cierra los ojos e inspira profundamente, ¿me dirás que no hace un día espléndido para reír?

Mira los campos. Que bonito que puede ser este mundo cuando te paras a observarlo y sonreír. Me gusta sentarme en los bancos escondidos en ninguna parte, donde reina el silencio y la naturaleza despliega toda su melodía de sensaciones. Si escuchas atentamente puedes sentir el cimbrear de la hierba, creo que es una flautilla, muy dulce ella, la brisa en las hojas retoca como una lira y las nubes se escurren con la suavidad de un dedo punteando un hermoso laúd. Si escuchas atentamente puedes escuchar la vida, ella abre sus luminosos brazos y su amplia mirada de paz, pero tienes que detenerte y prestar atención. Si lo haces, podrás vivir en el instante que se dibuja en el aroma de la primavera.

Mira los campos con una sonrisa y dime, ¿no vale todo esto la pena? ¿no vale todo esto vivir? Mira los campos y permítete ser... durante una efímera eternidad, permítete ser feliz.

1 comentario:

  1. Yo miro los campos y veo bichos, llevo el asfalto en vena jajaja. Es broma, bonito blog. Te sigo

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